viernes, 20 de enero de 2012

Tetas, paquetes y revistas-e

Hace un par de meses, en un telediario, oí una noticia sobre la selección de bailarinas del cabaré parisino Crazy Horse que me llamó la atención por los criterios empleados en dicha selección. Se trataba de medidas; en concreto de la distancia de separación entre los pechos de las aspirantes (21 cm. de pezón a pezón, ni más ni menos) y de la distancia desde el ombligo al pubis (13 cm.).  Superada la inicial incredulidad jocosa, empecé a preguntarme (y preguntar) por qué 21 y 13 cm.  ¿Por qué no 22 y 14? ¿O por qué no utilizar números redondos como el 20 y el 15?  He consultado las medidas con médicos y personas versadas en anatomía pero no he obtenido una respuesta satisfactoria. La noticia invita a creer que aunque a menudo los valores elegidos como umbrales responden a criterios objetivos y científicos, en otras ocasiones da la sensación que surgen de planteamientos arbitrarios o caprichosos. Entre estos criterios de dudosa objetividad podría estar la atracción por los números redondos. Viene todo esto al caso de la renegociación de los contratos de acceso a los paquetes de revistas científicas electrónicas que desde hace años suscriben las bibliotecas bajo la fórmula del big deal. En aquellos momentos (épocas de vacas gordas), la operación era altamente interesante: se obtenía acceso a toda (o casi) la colección del editor a cambio de una cantidad suplementaria que se añadía a lo que las bibliotecas ya pagaban por las suscripciones en papel.  Debido a su novedad, el modelo aún no había tenido tiempo de mostrar los fallos y problemas que luego ha puesto de manifiesto. Un buen resumen del origen y problemática de los big deals puede leerse en el artículo de Richard Poynder, "The Big Deal: Not Price But Cost", que además aporta una visión interesante de la cuestión: el problema no es tanto el precio de los big deals, como el coste del sistema de comunicación científica.  En opinión de Poynder se publica demasiado en las revistas científicas y el movimiento del open access no hace sino consolidar este problema.

Sea como sea, lo cierto es que, al final,  sucumbimos todos a los encantos del big deal...

Sin embargo ahora, en tiempos de vacas flacas, son muchos los consorcios y bibliotecas que están tratando de renegociar a la baja esos big deals. No hay dinero y no queda otro remedio que recortar por mucho que los editores se opongan que les toquemos el paquete :-D... Uno de los elementos clave de las negociaciones es la contabilización del uso constatado de las revistas que componen los paquetes.  El uso se suele medir por el número de descargas de artículos de las revistas (preferiblemente con datos COUNTER), por más que "descarga" no sea, en rigor, lo mismo que "uso" (todavía hay bastantes usuarios que se descargan en su ordenador los artículos "por si acaso", pero sin llegar realmente a leerlos o utilizarlos). Las estadísticas han puesto de relieve que en los paquetes de varios cientos y hasta miles de títulos, las revistas que realmente tienen un uso intenso representan un porcentaje no muy alto de la totalidad del mismo.  A la hora de explotar este sucedáneo del uso (las descargas) es necesario decidir dónde se sitúa el umbral de uso de una revista. Hace tiempo  Enssle y Wilde (1) señalaron - si bien aún en el universo de las revistas en papel - que no existía un estándar uniforme de lo que constituye un uso bajo de una revista.  Es más, en su opinión, lo que deba considerarse como bajo uso varía en función de la disciplina científica de la que se trate.

Lo cierto es que (supongo que por razones prácticas) a la hora de determinar el nivel de uso de las revistas de los paquetes electrónicos, no se suele discriminar entre las diferentes disciplinas a las que se pueden atribuir sus títulos y, sobre todo, se tiende a emplear números redondos.  Este es, por ejemplo, el  caso del estudio de Conyers y Dalton, "NESLI2 analysis on usage statistics" (marzo 2005), que consideraba como títulos de uso elevado a aquellos con 100 o más descargas anuales (a su vez calificaban de revistas de bajo o nulo uso a aquellas con menos de 10 descargas).  En contrapartida, las profesoras de la Universidad de León, Blanca Rodríguez Bravo y MªLuisa Alvite (2) utilizan la cifra de 10 ó más descargas en su análisis del uso de los paquetes de revistas-e en las universidades de Burgos, León, Valladolid y Vigo. En el Consorcio Bugalicia, manejamos dos umbrales, 50 y 100 descargas, para orientarnos en la renegociación de las licencias de nuestros big deals.  Pero, evocando la noticia del Crazy Horse, ¿por qué  10, 50 ó 100? ¿Existe acaso alguna evidencia de que esas cifras sean, en efecto, indicativas de un uso más o menos intenso de una revista-e?  ¿Por qué no, por poner un ejemplo, 123 descargas? A lo mejor la numerología podría servirnos de método alternativo... ¿Por qué no 64, que para la numerología pitagórica representaba la perfección y el equilibrio?...

Regresemos a los métodos serios. Una de las personas que más sabe en el mundo sobre uso de las revistas-e es Carol Tenopir, autora de múltiples trabajos, artículos e investigaciones al respecto.  En este sentido hay un estudio reciente que puede ayudarnos a elaborar una propuesta de nivel mínimo de uso de una revista-e, "Research Publication Characteristics and Their Relative Values: A Report for the Publishing Research Consortium", que señala que, como promedio, un investigador lee al mes 15,82 artículos de revista (si bien existen diferencias entre las diversas disciplinas científicas; leen más los investigadores en ciencias, casi 19 artículos al mes, que los de humanidades con 11 artículos).  Por otro lado, según este mismo estudio, los investigadores leen regularmente una media de 3,79 revistas al mes (serían los core journals de un investigador). Mediante la sencilla operación de dividir los 15,82 artículos leídos mensualmente por un investigador promedio entre las 3,79 revistas que los investigadores leen mensualmente, nos daría una primera cifra: 4,17 artículos leídos por revista al mes. Si multiplicamos esta cifra por los 12 meses de que consta el año natural, llegamos a la cifra de 50,08 artículos leídos en cada una de las revistas que constituyen los casi cuatro títulos core de un investigador promedio. Redondeando, tenemos que un volumen anual de 50 descargas de artículos podría representar un nivel razonable de una revista-e. Este sería, por tanto, el mínimo; todo lo que quede por debajo de esos 50 títulos se puede considerar poco rentable... ¿O no?


(1) H.R.Enssle, M.L.Wilde, "So you have cancel journals? Statistics that help", Library Collections, Acquisitions & Technical Services, 26 (2002).
(2)  B.Rodríguez Bravo and Mª Luisa Alvite Díez, "An Analysis of the Use of Electronic Journals in a Spanish Academic Context: Developments and Profitability", Serials Review, 37, 3 (2011)

FOTO: Lluís López Carceller, "Beau Rocks" en www.flickr.com/photos/ullviu/6193074668/

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